Diecisiete años después de su asesinato, los compañeros de Ana Arostegi y Javier Mijangos no olvidan a los dos ertzainas tiroteados por ETA un 23 de noviembre cuando dirigían el tráfico en Beasain. Agentes de la Policía autonómica volvieron ayer, una vez más, a colocar flores en la escultura que recuerda a los dos asesinados junto a la comisaría de la localidad, y exigieron más medios para investigar este atentado, que aún sigue sin ser esclarecido.
La ofrenda floral fue convocada por el sindicato mayoritario de la Ertzaintza, ErNE, al que ambos pertenecían. Los presentes dedicaron las flores al sufrimiento de sus familias y al impacto que supuso entre sus compañeros el asesinato de dos agentes que controlaban el tráfico.
Ante el monolito erigido en su memoria, el portavoz de la central, Roberto Seijo, solicitó al Departamento de Seguridad que emplee más medios y pida colaboración a otros cuerpos «para saber quiénes fueron los responsables de aquel asesinato y que paguen por ello».
Durante su intervención, Seijo se quejó de que diecisiete años después del atentado perpetrado por ETA «no se ha hallado a los culpables». Los concentrados exigieron que se haga justicia ante un caso que parece olvidado por las autoridades. «Nuestros compañeros Ana y Javier fueran asesinados vilmente en 2001 y desde entonces seguimos sin justicia. Sus asesinos siguen sin ser puestos a disposición judicial. Pero nos resistimos a que caigan en el olvido, y seguimos solicitando a las autoridades judiciales y policiales que no cesen en el empeño de encontrarles», aseguró.
Los documentos, armas y efectos personas de terroristas incautados a ETA en Francia durante los últimos veinte años, y entregados a España por el país galo a comienzos de año, podrían servir para aportar alguna nueva pista a la investigación, aunque por el momento no ha trascendido que haya habido avance alguno.
Aquella tarde de viernes, Ana Arostegi se convirtió en la primera agente de la Ertzaintza asesinada por ETA. Igual que su compañero, fue tiroteada por la espalda por dos individuos con la cara cubierta. A ella le descerrajaron tres tiros en la cabeza. Él recibió tres impactos de bala: en la cabeza, el cuello y la espalda. Tras cometer el atentado, los dos encapuchados huyeron a pie y al de unos metros, al parecer, se montaron un coche que tenían preparado para su huida. El vehículo apareció después abandonado. Desde entonces, ninguna de las líneas de investigación abiertas ha podido identificar a los autores ni aclarar las circunstancias exactas de los asesinatos.