El Juzgado de Menores de Bilbao ha condenado a un joven a ocho meses de libertad vigilada y a indemnizar de forma solidaria con sus padres con más de 15.200 euros a un ertzaina. Según la sentencia, que todavía es recurrible ante la Audiencia de Bizkaia, el acusado agredió a un chico al que no conocía de nada en Bilbao en el verano de 2018. Esta agresión fue observada por una patrulla de la Policía vasca. El agente trató de detenerle, el joven se resistió y durante el forcejeo le provocó diversas lesiones, sobre todo en un brazo, que llegaron a requerir de una intervención quirúrgica.
Esta escena fue presenciada por una patrulla de la Ertzaintza. Trataron de separarles. Un agente corrió hacia el que acababa de dejar inconsciente al otro chico. "Pensé que lo había matado. No fue ningún acto de defensa", declaró en el juicio. El agresor trataba de «huir» de allí. El policía le sujetó de los brazos, pero el menor se revolvió de forma «violenta». Cayeron al suelo y el brazo izquierdo del funcionario quedó atrapado bajo el cuerpo del sujeto.
El agente sufrió, entre otras lesiones, una rotura del tendón distal del bíceps del hombro izquierdo. Tuvo que ser operado, estuvo un día ingresado en el hospital y precisó de otros 157 de asistencia médica. Desde entonces, arrastra diversas secuelas. Entre ellas, no puede flexionar el codo por completo.
El ertzaina se personó en el procedimiento como acusación particular de la mano del sindicato ERNE. La central mayoritaria de la Policía vasca lleva un tiempo ofreciendo asistencia gratuita a sus afiliados agredidos en el ejercicio de sus funciones. Lo que buscan es impulsar los procedimientos, al margen de la acusación que presente la Fiscalía.
Desde ErNE entienden que, muchas veces, los agentes que resultan lesionados en actuaciones policiales quedan «desprotegidos». Por eso, dicen, es importante que en los juicios haya un abogado que defienda sus intereses particulares.