A finales de 2019, representantes del sindicato más importante de la Ertzaintza (ErNE) regalaron a Juan Luis Ibarra Robles (Sopela, Bizkaia, 1948) un grabado hecho a mano con su figura. Por aquel momento ya se conocía que Ibarra enfilaba sus últimos momentos como jurista y la central quería agradecer la colaboración del hoy presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) en la creación de ErNE décadas atrás, cuando ejercía de letrado.
Ibarra, a punto de cumplir los 72 años, ha completado este viernes una larga carrera en el Derecho que inició cuando en 1971 se licenció por la Universidad de Deusto. Los últimos diez años se ha situado en la cúspide de la Justicia vasca y abandona también la presidencia de la Junta Electoral en medio del proceso hacia las autonómicas del 12 de julio.
Su primer destino fue el juzgado de primera instancia número 1 de Bilbao. En solamente dos años ya era magistrado del TSJPV. Allí ha completado su carrera salvo un paréntesis en el que cambió el poder judicial por el ejecutivo. De la mano de su amigo Juan Alberto Belloch, juez y 'superministro' de Interior y Justicia en el último gabinete de Felipe González, entre 1993 y 1996 ejerció de director de Codificación y Cooperación Jurídica Internacional. En 2003, fue nombrado presidente de lo contencioso-administrativo y, siete años después, llegó al puesto que ahora deja vacante.
Se define como "no nacionalista", participó en organizaciones pro derechos humanos y se enroló en la progresista Jueces para la Democracia.
"Se nos va un juez íntegro, buena persona, gran comunicador, luchador por la libertad", abunda Roberto Seijo, secretario general de ErNE. "Es una persona de trato impecable", abunda Juan Calparsoro, que llegó al cargo de fiscal superior apenas unos meses después que Ibarra al de presidente del TSJPV.
Ibarra, como otros jueces en Euskadi, vivió escoltado durante años, durante lustros. En el último homenaje a su compañero asesinado por ETA, José María Lidón (Girona, 1951-Getxo, 2001), pidió que la Justicia no deje impunes los crímenes terroristas. "El problema que teníamos en Euskadi era que jueces y fiscales, el poder judicial en general, estábamos ocultos por la presión del terrorismo", explica Calparsoro.
Ibarra se va y deja una vacante muy importante en el poder judicial.