Los últimos cinco rescates realizados en montes debido a la nieve y el frío de la semana pasada en Euskadi evidencian la falta de un servicio nocturno en la Ertzaintza. En el operativo del pasado sábado en el Anboto, cinco agentes voluntarios tuvieron que dar el relevo a sus compañeros, que habían prolongado su horario de doce horas y que se encontraban ya «exhaustos» como para afrontar una escalada en hielo. Finalmente, el angustioso operativo se prolongó durante seis horas y el segundo equipo se encontró con el montañero extraviado, que había bajado por sus propios medios siguiendo las huellas dejadas por los ertzainas. Una vez en la cima, a entre 60 y 100 metros del mendizale, decidieron regresar al punto de encuentro por miedo a provocar un alud que arrastrara al joven.
La ausencia de horario nocturno en la Unidad de Vigilancia y Rescate (UVR), que también cuenta con un área marítima y de buceo, quedó igualmente patente en la madrugada del 30 de diciembre cuando un ertzaina falleció al caer con el coche patrulla al río Urumea, en San Sebastián. Su compañero logró sobrevivir y pudo ser rescatado con una grave hipotermia.
Erne reclamará mañana en el Consejo de la Ertzaintza al consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, que retome el servicio de 24 horas en la UVR, que quedó suspendido el pasado 1 de junio, tras el confinamiento. Los rescatadores llegaron a manifestarse frente a la sede del Ejecutivo autonómico en Bilbao y enviaron una carta al Lehendakari para que diera marcha atrás a la decisión, aunque sin éxito.
¿Si ha funcionado durante los últimos treinta años por qué lo quitan?, se pregunta Roberto Seijo, secretario general de ErNE. En su opinión, detrás se ocultan «cuestiones económicas y de falta de personal». «El retén de noche es necesario, no un capricho. Tendrían que promocionarles», defiende.